EL CAPITÁN VICENTE ALMANDOS ALMONACID

Por el Académico Dr. Alberto Allende Iriarte



Significado.de Alamndoz: Probablemente 'lugar propiedad de una persona llamada Almand-'. De Almand- + -oz, siendo el primero un nombre de persona no identificado (Irigoyen sugiere que el antropónimo sea Almando, quizá derivado de Alamannus) y el segundo un sufijo que indicaría propiedad.

Algunos autores e inclusive el Diputado Costa, autor del proyecto de ley que proponía incorporarlo al Ejército Argentino, consideran que es árabe su origen familiar, sin embargo, estaría confirmado que su origen es vasco, proveniente de la Villa Navarra que lleva su nombre Almandoz, donde esta familia era limpia de sangre y con tradicional estirpe.
Su 5º y su 4º abuelos paternos, Martin de Almandoz  y Francisco de Almandoz son nacidos en Navarra. Su tatarabuelo Hilario de Almandoz fue el primero de su estirpe en nacer en América. Su bisabuelo fue Martin José Félix Almandoz.
Su abuelo fue el Coronel unitario Lino Almandos, que defendiendo su causa luchó contra el “Chacho” Peñaloza y Felipe Varela. Su padre, escribano público y precursor de la minería riojana, en 1869 fue nombrado ministro de gobierno del Gobernador de La Rioja Benjamín de la Vega, luego ocupó diversos cargos con los Gobernadores Pedro Gordillo y Rubén Ocampo. Fue elegido Gobernador, militando en las filas de Alsina, el 27 de Junio de 1877, cargo que ocupó hasta el mes de Junio de 1880. Nombró a su padre comandante de armas, quien lo defendió en un motín que pretendía derribarlo. Apoyó al Presidente Avellaneda en la Revolución de 1880 y envió a los diputados y senadores de su provincia a apoyar en la ciudad de Belgrano al Presidente. Tuvo un desempeño conflictivo por enfrentamientos con la legislatura, y al final de su mandato por su actividad comercial fue acusado de corrupción y defraudación de fondos públicos. Luego de ser designado Juez de Paz, falleció en la Rioja en 1891, dejando a su familia en precaria situación económica. En sus funerales, su actuación fue reivindicada por las más altas autoridades riojanas.


El personaje que nos ocupa, de romántica y aventurera vida, había nacido en Chilecito, provincia de La Rioja, el 24 de Diciembre de 1882. Fueron sus padres, el citado Gobernador de la Rioja, Vicente Almandos Almonacid, y la distinguida Dama, Esmeralda Castro Barros, sobrina del Congresista de Tucumán, Obispo Pedro Ignacio Castro Barros. Dada la difícil situación económica en que había quedado la familia, su madre tomo la decisión de trasladarse a Buenos Aires para educar a sus hijos, cuando el joven Vicente contaba con solos seis años de edad. Sus primeros estudios fueron en la Escuela Nacional, donde también terminó su enseñanza secundaria. Luego ingresó en la escuela naval militar que abandonó para inscribirse en la facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, donde estudio Ingeniería.
 La Argentina brillaba refulgente con las luces de sus éxitos económicos, sociales y culturales en ocasión del Centenario de la Revolución de Mayo. Entre los eventos de su conmemoración, arribaron al país aviones y pilotos italianos y franceses. La ejecución de sus exhibiciones deslumbró a la ciudadanía. Nuestro héroe, que tenía una firme vocación por la aeronavegación, presencio con admiración sus arriesgadas maniobras y desde entonces se impuso emular sus proezas.
     Los conocimientos adquiridos en sus estudios y su firme interés por la aeronáutica lo indujeron a construir un aeroplano, producto de su ingenio. Lo denominó: “El Aeromóvil”. En los primeros meses de 1913, en el Palomar, ante un comité técnico presidido por el Ingeniero Mascias, el aeroplano de Almonacid se puso a prueba conducido por el aviador Raúl Goubat. Su muestra fue aprobada satisfactoriamente, pero se considero que su producción industrial en el país no era conveniente. No obstante, en 1913, logro patentarlo en Francia bajo el número 10.5868.

Por entonces, en el país Galo se había creado la primera escuela de aviación, y Almonacid decidió ir a Paris a cristalizar sus proyectos de poder volar y a perfeccionar sus estudios aeronáuticos. Llegó al Paris de la Belle Époque a fines de 1913, y en esa ciudad se vinculo con el constructor de la famosa torre que lleva su nombre, el Ingeniero Alejandro Gustavo Eiffel, con quien compartió largas tertulias que lo enriquecieron en aerodinámica y en la estabilidad automática de los aviones.

Eiffel lo vinculó e introdujo en el mundo de la aeronavegación y sus protagonistas. Nos cuenta el profesor José Antonio Casas que: “al poco tiempo se dirigió al aeródromo de Farman, situado en las cercanías de Versalles, donde tuvo su primera experiencia como piloto, en un hecho que no nos deja, aun hoy, de sorprender: Como desconocía el idioma, los profesores franceses que habrían de enseñarle la técnica de vuelo, lo confundieron con un avezado piloto sudamericano. Como consecuencia lo impulsaron a comandar un complejo monomo-tor que estaba listo para despegar en pista. Almonacid solo había piloteado los sencillos aparatos de su invención, siendo su especialidad la mecánica. Pero tales argumentos difícilmente serian comprendidos por los franceses, que se quedaron absortos ante las impotentes gesticulaciones del riojano. Con bastante temor, se vio instalado frente al incomprensible tablero de comando del aparato, y guiado por su intuición logro despegar. Ya en el aire, necesariamente tuvo que ir probando el desconocido instrumental de vuelo, lo que provocaba en el aparato arriesgadas maniobras. Los franceses, que contemplaban asombrados los giros y contra giros y las veloces picadas del avión, creyeron que el piloto estaba haciendo una exhibición de acrobacia aérea. Finalmente logro aterrizar. Para su confusión los espectadores lo recibieron con un cerrado aplauso.”   
Almonacid, con su lucidez, rápidamente aprendió el idioma francés e intensifico su aprendizaje en la escuela Farman, por lo cual el Aeroclub de Francia le otorgo su brevet de piloto aviador internacional el 3 de Octubre de 1913.

La guerra

Ante la agresión alemana, Francia se vio obligada a entrar en una guerra que se extendía en Europa, en otros continentes e involucraría también a los Estados Unidos. Este conflicto comenzó el primero de Agosto de 1914 y se llamaría “La Primera Guerra Mundial”. Almonacid se enrolo en la “Legión Extranjera” el 10 de Agosto de 1914, ingresando como piloto al obtener su brevet militar y se incorporo a la escuadrilla 35, radicada en Popesinhe a disposición del 32 cuerpo de ejército.

Su actividad militar como piloto se inicia con vuelos de vigilancia, de observación y como fotógrafo. Sin lugar a duda, la audacia y pericia de Almonacid se manifestó al ser el uno de los precursores de los vuelos nocturnos. Al respecto, nuevamente Casas, en su trabajo “El legendario Cóndor Riojano” cita sus expresiones al respecto: Entré de soldado aviador, y fui incorporado a una escuadrilla que operaba en el campo atrincherado de Paris. ¡Poco peligro, che! Estar de guardia constantemente para impedir que los taubes volasen sobre Paris. Y entonces empezamos a hacer vuelos de noche sobre la gran urbe. ¡Muy emocionante, che, y no exento de peligros! Pero así y todo no era esto lo que yo buscaba. Pedí que me enviasen al frente de batalla y conseguí que me agregasen a la 27 escuadrilla a la que ahora pertenezco. Nuestra misión tiene por objeto, dada nuestra proximidad de la frontera alemana, volar sobre territorio enemigo, para bombardear estaciones y fabricas de municiones.
Estos vuelos nocturnos que comenzaron en su tarea de observador, lo llevarían a volar sobre territorio alemán saliendo de noche de su base y llegando al amanecer a sus objetivos a los cuales bombardeaba con la facilidad que le concedía la sorpresa de su acción. Sus jefes quedaron impresionados con su capacidad y audacia. Luego de arrojar bombas sobre Ostende, fue citado en parte por primera vez y ascendido a Sargento el 21 de Marzo de 1915, con la siguiente mención: “Vicente Almandos Almonacid, Argentino, alistado para la duración de la guerra. Piloto lleno de entusiasmo y audacia. Bajo el fuego más violento siempre ha terminado su reconocimiento con el más profundo desprecio del peligro. En varias oportunidades su aparato fue alcanzado por los proyectiles. Ejecutó solo, con un ingenioso dispositivo de su invención, varios bombardeos nocturnos sobre objetivos alejados”.
El 4 de Mayo de 1915, Almandos Almonacid es ascendido a Sargento ayudante, y el 3 de Julio, por haber caído prisionero Roland Garros, ocupa su lugar y es incorporado a la escuadrilla M.F.20 comandada por el Capitán Haeppe, donde sus compañeros y adversarios le otorgan el mote de “buitre de las sierras”. También José Antonio Casas, en su citado trabajo publicado en el diario El Independiente, relata: “al preguntársele cual había sido el vuelo más emocionante que había vivido, Almonacid rápidamente contestó, con uno de estas arriesgadas misiones nocturnas: Pues hace poco nomás, recibí la orden de bombardear una fábrica de gases asfixiantes a unos 150 kilómetros de la frontera. Salí a las 4 de la mañana. Todavía hacia noche y puse un par de horas en hacer el viaje de ida. Pues soplaba un viento norte bastante fuerte. Salvo la dificultad que me oponía el viento, no tuve ningún contratiempo a la ida. Recién salía el sol cuando empecé a bombardear la fábrica que me habían designado. La séptima bomba causaba el efecto deseado. Casi se me vuelca el aparato, tan formidable fue la explosión. Baje planeando para ver si había quedado aun algo por hacer y cuando estaba a poca altura pude observar que varios aeroplanos tomaban vuelo dispuestos a lanzarse en mi persecución. Sin perder un minuto empecé a tomar altura en vuelos en espiral, pues además por allá abajo las ametralladoras empezaban a funcionar. Cuando me encontré a unos 1500 metros me di cuenta que me encontraba rodeado de 7 aviatiks que se proponían cortarme la retirada. Descendí de nuevo y puse el motor a toda velocidad tomando ventaja sobre los aparatos alemanes. Cuando ya casi me encontraba en territorio francés, mi corazón latía con menos fuerza, pues me sentí ya casi seguro de mi salvación. Por medio de una hábil maniobra logre atraerlos a la zona dominada por la artillería francesa, la cual comenzó un fuego incesante contra mis perseguidores, logrando derribar dos de ellos y obligando a los otros a huir. Créanme que cuando aterrice largue un respiro muy fuerte, pues aquel día sentí un poquito de miedo, pues vi la muerte muy cerca. Excuso de decirles que mi aparato estaba acribillado de balas. Esta acción me valió que me citasen en el orden del día y poco días después recibía la medalla militar, o sea la más alta recompensa”.

El ejército francés le da una nueva distinción y lo condecora con la “medalla militar” y en su parte militar del 21 de septiembre de 1915 explicaba:”Almonacid, Vicente Almandos, Sargento ayudante, piloto de la escuadrilla 29; siendo oficial del Ejército Argentino, aceptó servir en el ejército francés como simple soldado, ganando sucesivamente todos sus grados. Desde el mes de Octubre, no ha cesado de demostrar el ejemplo de coraje y el espíritu de iniciativa en el transcurso de numerosas expediciones, que de día y de noche realiza en las condiciones más difíciles. El 26 de Agosto de 1915 efectuó con 4 horas de intervalo, dos bombardeos de larga distancia, uno de ellos de noche.
El 8 de Octubre de 1915 asciende al grado de subteniente y es designado para comandar temporariamente la escuadrilla 29.
Por entonces el ejército francés adopta el lanzabombas por él inventado. También sufrió heridas motivadas por haber sido derribado en una de sus incursiones.

Recibió la orden de formar una escuadrilla de larga distancia compuesta por pilotos de vuelos nocturnos que él había adiestrado. Fue ascendido al grado de teniente y tomo la comandancia efectiva de la escuadrilla 29. Al mando de dicha escuadrilla intervino con valor en todos los teatros de la guerra hasta su terminación, superando las mil horas de vuelo, derribando tres aviones y destruyendo innumerables centros militares del enemigo. Uno de los aviones que abatió fue derribado por Almonacid en una forma inusual, fue un avión enemigo aviatik que trataba de regular el tiro de artillería alemana en tierra, nuestro héroe lo ataco, derribándolo a tiros de revolver. En el año 1977 el “Instituto Argentino de Historia Aeronáutica Jorge Newbery” produjo un trabajo donde consigna que “corresponde recordar a si mismo que durante el lapso comprendido entre los años 1914 y 1918 la inventiva de Almandos Almonacid produjo las siguientes novedades: 1914- iniciar los vuelos nocturnos de reconocimiento y bombardeo y transportar las bombas bajo las alas en lugar del fuselaje. 1915- inventa un lanzabombas luego adoptado por el ejército. 1916- inventa un nuevo visor de estabilidad automática. 1917/18- inventa tres tipos de bombas de aviación, denominadas “torpedos de minas de granada y de gas” e imagina un nuevo procedimiento de señalización nocturna entre aviones. Y es historia innegable que los ingeniosos dispositivos creados por el no solo fueron registrados en la guía de los centros industriales alemanes, sino imitados por el enemigo en sus aviones de guerra. Además realizo los siguientes trabajos técnicos: guía para los bombardeos desde aviones de los centros industriales alemanes donde se indican las prioridades, los métodos y elementos a destruir, los medios más eficaces de acción, etcétera. Memoria descriptiva del torpedo mina (proyectil de penetración) tipo Almonacid; teoría fundamental, descripción y ensayo, etcétera. Igualmente para el torpedo granada de fragmentación y el de gas; un estudio relativo a la aviación de bombardeo; teoría de la eficacia de los proyectiles explosivos incendiarios y de gases, así como otros tratados sobre tema de su especialidad. Por todo ello, el 12 de Agosto de 1918 recibe una carta de felicitación del Ministerio de Armamentos y de fabricaciones de Guerra. Finalmente, el 1ero de Mayo de 1919 recibe su ultima citación en la orden del ejercito, firmada por el comandante en jefe de los ejércitos de Francia, Mariscal Pétain, nombrándolo caballero de la legión de honor en merito a su ejemplo de resistencia y abnegación, volando de día y de noche, el haberse especializado en estudios técnicos, haber concebido y hecho ejecutar un lanzabombas y un visor para el mismo, haber sido herido y tener la medalla militar por hechos de guerra.

Como corolario de su inventiva, le fueron otorgadas numerosas patentes, entre las cuales se destacan las siguientes: por un proyectil de bombardeo, Bélgica el 7-1-1918 Italia el 9-1-1918 y Francia el 24-12-1920 por un sistema de hélices sobre un mismo eje, es decir el mismo que presentara en 1913 en el Palomar, Francia el 1-8-1921 e Inglaterra el 24-12-1920. A estos agregaremos otros, en Francia el 4-5-1937, Inglaterra el 26-5-1937 e Italia el 2-5-1938 por un sistema de transmisión mecánica de un movimiento rotativo, y el 20-2-1940 un pedido de patente a Francia por una mira para dirigir el tiro de los aviones”.
La heroica figura de Almandos Almonacid, que por entonces había sido ascendido al grado de Capitán del Ejército Francés, lo vio recorrer por las calles de Paris durante casi un año después de terminada la guerra. También por entonces, el arco de Triunfo lo vio pasar repetidas veces desfilando con las tropas vencedoras.
Como saldo final de su actuación, reiterando lo expuesto, podemos señalar que este héroe argentino de la Primera Guerra Mundial, fue premiado con las siguientes distinciones: con la medalla militar de Francia, la cruz de guerra con cuatro palmas, la legión de honor como caballero, la placa de plata de la Liga Aeronáutica Francesa, con los cordones de meritos extraordinarios y una condecoración de Gran Bretaña por superar las mil horas de vuelo. Su nombre está inscripto en el arco de triunfo y ocupa un lugar destacado junto a doce héroes de ese conflicto.

El retorno  a la Patria

Finalizada la Gran Guerra, el  Capitán del ejército francés Vicente Almandos Almonacid, fue incorporado en carácter de Jefe de División en la misión militar francesa enviada a nuestro país el 6 de Septiembre de 1919.
Cruzó el océano en el transatlántico “Belle Isle” acompañado por una escuadrilla de 24 aviones franceses. Esta misión estaba presidida por el Teniente Coronel Mauricio Precordin.
Nuestro personaje fue recibido por los ciudadanos de Buenos Aires con un clamoroso entusiasmo recibiendo de la multitud un homenaje para el impensado, que le dio la bienvenida a lo largo de la Avenida de Mayo, y recorrió, acompañándolo, las calles de la ciudad.
Tango Almonacid de Ferrazzano
Este recibimiento había sido preparado por el comité de recepción, constituido, entre otros, por Belisario Roldán, Enrique Loncan y Joaquín V. Gonzales, quien fue el encargado de pronunciar el discurso de bienvenida. Gonzales, con emotivas palabras, lo bautizó el “Centinela de los Andes”.


La misión francesa decidió homenajear al ejército de Chile y designo al Capitán Almonacid y al teniente Fernando Prieur, a cuyo efecto se los proveyó de dos aviones: un Spad 220 y un Breguet 300 hp. El Capitán Almandos Almonacid tuvo ciertas dificultades y tuvo que realizar un aterrizaje forzoso, pero igual lograron cumplir la misión encomendada.
Por entonces el Congreso de la Nación, con el voto unánime de ambas cámaras, sanciono la ley 10.989, por la cual incorporaba a Vicente Almandos Almonacid al ejército Argentino, con el mismo grado de Capitán, que le confiriera el Ejercito Francés. El Diputado Julio A. Costa fundamento la ley de su autoría con un laudatorio discurso. Lamentablemente, la incorporación de Almandos Almonacid jamás fue concretada.


Este hecho no lo pudo revertir treinta años después el Diputado Nacional del Partido Demócrata Nacional, Reynaldo Pastor, quien el 27 de Agosto de 1948 presento un proyecto de ley que no fue aprobado, que en su artículo primero establecía: “ se reconoce al ciudadano don Vicente Almandos Almonacid el grado de Capitán de Aeronáutica Militar, en situación de retiro, y con derecho al sueldo y emolumentos del grado desde el día de la sanción de la presente ley y conforme a la voluntad del Congreso Argentino, ya expresada por ley 10.989 el 31 de Diciembre de 1919”.
Nuestro héroe, que continuaba su fiebre aventurera, proyecta una nueva hazaña que es relatada en la biografía que de él realizara la Dirección de estudios históricos de la fuerza Aérea en la siguiente forma: “la misión Aeronáutica francesa dio por finalizado su cometido y partió para Francia, mientras Almonacid, en Mendoza, esperaba. Y el fruto de esa espera señalo para la historia de la aviación nacional otro de sus encomiables perfiles precursores. El Teniente francés Juan Guichard y el argentino Jiménez Lastra, camaradas de guerra de Almonacid, habían gestionado ante la compañía Franco argentina de transportes Aéreos, la compra de un avión para enviárselo a aquel. El Presidente de la compañía, con generoso gesto, le puso a su disposición un biplano Spad, motor Hispano Suiza 220 HP de propiedad de la empresa, fletándoselo por ferrocarril. El 29 de Marzo de 1920 despego desde Los Tamarindos a las 17:45 horas, dirigiéndose hacia la cordillera. Arribó a las 20:35 horas en la playa de Vergara, próxima a Viña del Mar, logrando concretar la hazaña del cruce de los Andes en vuelo nocturno. Antes de partir se despidió de sus compañeros diciéndoles:” adiós me voy a cenar a Chile”.

Regreso en tren a Mendoza, trasportando el avión utilizado, y fue recibido con una gran manifestación popular. Estas escenas se repitieron a su llegada a Buenos Aires. El entonces Director General de la incipiente Aviación Militar Argentina, Coronel Enrique Mosconi, le envió un mensaje con cálidas felicitaciones. El primero de Diciembre de 1924, junto al Coronel Mosconi, propicio la fundación del Instituto Aerotécnico Argentino, y fue elegido Presidente de su primera Comisión Directiva.”

Precursor de las Empresas Aerocomerciales

Dentro de los males de todo tipo producidos por la primera Guerra Mundial, este conflicto dio por resultado positivo el gran desarrollo y progreso en materia aeronáutica, lo que motivó que se diera inicio a la utilización del avión con fines comerciales. Inicialmente fue la “Aeroposta” para la correspondencia y el transporte de pasajeros, y finalmente con los avances tecnológicos se llegó a las “cargas”.

En Francia, Pierre Latècoère, fue el iniciador con su primera ruta Toulouse Barcelona, y luego Alicante, Málaga, Tánger, Rabat y Casablanca, para llegar en 1925 a Dakar. Luego este pionero se proyectó en Sudamérica, desde Natal hasta Buenos Aires. Los estudios de factibilidad en Brasil y Argentina fueron realizados por el Capitán de Aviación Roig, quien consultó a su compañero de Guerra el Capitán Almandos Almonacid para poder definir las rutas que en 1925 siguieron desde Rio de Janeiro a Buenos Aires.

La gestión que Almandos Almonacid realizó ante el Presidente Alvear por pedido del Señor Marcel Bouilloux-Lafont fue definitoria para suscribir en 1927 los contratos que le permitieron a este transportar correos de Argentina hasta Europa. En ese año, el Señor Bouilloux-Lafont compró sus acciones al Señor Latècoère y designó a la empresa como “Compagnie General Aeropostal” que se ocupó de la ruta entre Europa y América de Sur. Esta empresa Francesa decidió ampliar su actividad en el territorio Argentino y a tal efecto convocó a Almandos Almonacid, quien exigió que la empresa se creara como filial de la europea y fuese integrada por mayoría de accionistas argentinos. El 5 de Septiembre de 1927, quedo constituida “Aeropostal Argentina Sociedad Anónima”, en cuya reunión constitutiva como socio fundador, se lo designa Director, Gerente y Técnico.

Esta empresa presidida por el Señor  Marcel Bouilloux-Lafont, inicio sus servicios con las rutas Buenos Aires- Asunción, Buenos Aires-Chile, Buenos Aires-Mar del Plata y Bahía Blanca-Río Gallegos, utilizando aviones de fabricación francesa Breguet 14 y Late 25. Cabe señalar que Almonacid fue el cerebro  y factótum en la conducción de la empresa, la que condujo con el total apoyo de sus socios franceses.
El periodista Josué Quesada, en una entrevista que le hiciera en 1946 le preguntó: “La aeroposta argentina ¿tuvo alguna subvención del gobierno?”,  a lo que respondió Almandos Almonacid:” absolutamente ninguna. Mientras yo dirigí su funcionamiento no le costó al Estado ni un solo centavo, y eso que tuvimos que instalar desde Posadas en el Norte hasta Rio Gallegos en el Sur, diez aeropuertos de costosa construcción y mantenimiento. Durante el tiempo que yo estuve a su frente, esa línea tuvo un cien por ciento de regularidad y seguridad.” En Europa y en Norte América, era considerada como la primera línea del mundo y se la citaba como ejemplo alentador para que empresarios instalaran líneas de esta índole.
Por entonces, el Capitán Almandos Almonacid reúne a lo más granado de la comunidad aeronáutica, entre otros a Mosconi, Newton, Padilla, Ballester Molina, Luro y De La Serna, y el 4 de Julio de 1926 funda el “Instituto Aeronáutico Argentino”.
En 1929 propone al señor Jefe de la Policía Provincial la creación de la Policía Aérea, que tendría por función la seguridad, transporte sanitario, salvamentos, prevención de incendios e inundaciones, organización de talleres y hangares e instrucción de pilotos.
En 1931 renuncia como Director de la Sociedad Crédito Financiero y en 1932 también renuncia como Vicepresidente de las compañías Aeroposta Argentina y Aeroposta Uruguaya.

Por no contar entonces la Argentina con pilotos suficientemente idóneos para manejar los aviones que debían prestar servicios en sus rutas, Almonacid contrató para esta tarea a los más experimentados aviadores franceses, entre ellos verdaderos astros de la aviación como Antoine de Saint-Euxpery, Jean Mermoz y Henry Guillaument.
La Aeroposta fue una herramienta fundamental para mantener comunicados alejados puntos de nuestro territorio. En la crisis del año 30, el gobierno, debido a la importancia de su servicio, auxilió a las empresas de Aeroposta, para que no dejaran de operar. El desarrollo de la explotación petrolífera contó con la Aeroposta como un medio eficaz de comunicación, entre la parte directriz y administrativa, con la zona de producción.

En 1931, la empresa tuvo que cancelar vuelos, manteniendo con gran esfuerzo el servicio a la Patagonia. Posteriormente, el gobierno tomo a su cargo los vuelos hacia la parte austral de nuestro territorio, creando “Aeropostal Argentina”, antecesora de “Aerolíneas Argentinas”.

Nuevamente aviador militar

En la magnífica biografía realizada por el “Instituto de Historia Aeronáutica Argentina Jorge Newbery” en su página 27, bajo el subtitulo denominado “El Sempiterno Quijote” trata esta parte de su vida aventurera en forma magnífica, razón por la cual nos limitaremos a transcribir su contenido:

” A mediados de 1932 estalla la guerra entre hermanos americanos. Problemas territoriales enfrentan a Bolivia y Paraguay en una lucha armada que alcanzaría a casi tres años.
Almandos Almonacid, íntimamente vinculado con el Paraguay a través de sus gestiones relacionadas con los convenios aerocomerciales de Aeroposta Argentina, y con el gesto que era proverbial en el, ofreció sus servicios a la causa Paraguaya. Y nuevamente el contenedor de mil batallas aéreas en los cielos de Francia acudía en defensa de lo que consideraba la libertad y la justicia.
Su viaje hasta Asunción tuvo gran resonancia, ya que durante el mismo, en cada puerto que hacía escala, el barco era recibido con grandes demostraciones de cariño, las que culminaron en Asunción, donde una multitud salió a recibirlo como el héroe de los cielos de Francia que venía a defenderlos.
Para evaluar su labor nos referiremos a lo que se menciona en un trabajo sobre su actuación, que dice:”Apenas se hizo cargo del Comando del Arma Aérea, mandó editar un folleto para ilustrar a los pilotos sobre la conducta a desarrollar en la guerra del Chaco Boreal en las misiones de caza. Creó la Dirección General de Aeronáutica y la de Material y Suministros, aparte de echar las bases del Primer Grupo de Aviación en Campaña.”
Confirmando lo mencionado precedentemente respecto de su actuación, durante la guerra se lo nombró “mayor honoris causa” y posteriormente Comendador de la Orden Nacional del Mérito, por decreto 1853, de fecha 31 de diciembre de 1948, según se establece en un diploma de fecha 20 de julio de 1958, firmado por el General Stroessner, Presidente del Paraguay.
Asimismo cooperó eficazmente para la implantación del servicio aeropostal entre Asunción y Buenos Aires con la Aeroposta Argentina, incluso para la instalación de la primera estación radioeléctrica aeronáutica, para lo cual, mediante el decreto 32.696 del 20 de febrero de 1929, se le otorga, en representación de la Aeroposta Argentina, la concesión correspondiente. Por todo ellos se lo declara fundador del Servicio Aeropostal Asunción-Buenos Aires, lo que quedó establecido en el cuño para un proyecto de estampilla preparado por el Correo del Paraguay, que dice:” Correo Aéreo, pesos 2,85” y en la que aparecen la figura de Silvio A. Pettirossi, con la mención “Primer Aviador Paraguayo”, y la del Capitán Vicente Almandos Almonacid, como “Fundador del Servicio Aeropostal Asunción-Buenos Aires”.”

Sus últimos años

Al finalizar su actuación en la Guerra del Paraguay contra Bolivia, donde le cupo tan brillante papel, el Presidente Agustín P. Justo lo designó Cónsul y conservador de la casa donde falleció el General San Martin en Boulogne-Sur-mer, donde desempeñó sus cargos por más de seis años con verdadera emoción. Almandos Almonacid era un apasionado del padre de la patria. En ese ámbito profundizo sus conocimientos sobre San Martin y reafirmó su devoción sobre El Libertador, que lo llevó a escribir su soneto: “Oración al General San Martin” escrito en castellano y en francés. Más tarde en 1948 realizó un estudio referente al espíritu del Libertador que tituló:”Reflejos del Sable de San Martin el Grande”. El 7 de Junio de 1940, el diario La Nación publica la siguiente nota con la fotografía de nuestro cónsul en Boulogne-Sur-Mer: Desde el 27 de Mayo no se tienen noticias del Sr. Vicente A. Almonacid



Desde hace ya algunos días preocupa a la Cancillería Argentina la falta de noticias del cónsul argentino en Boulogne-Sur-Mer, Sr. Vicente Almandos Almonacid.
El 27 de mayo próximo pasado, fecha en que se registró el avance alemán sobre el Canal de la Mancha, la embajada en Paris comunico que el Señor Almandos Almonacid había partido de Boulogne en un automóvil. Dos días después agregó que realizaba sin resultados, esfuerzos empeñosos para obtener de las autoridades francesas noticias sobre el paradero del mismo.
En vista del fracaso de estas indagaciones, la Cancillería dio instrucciones a la Embajada en Berlín para que tratase de obtenerlas en la zona de ocupación alemana.
El embajador doctor Olivera ha comunicado hoy al ministro señor Cantilo, que por atención del Ministerio de Relaciones Exteriores del Reich, se ha puesto en contacto con la legación argentina en Bruselas a fin de lograr en el mismo sentido el concurso de la autoridad militar alemana.
No se cree que, dadas las circunstancias actuales, pueda llegar sin gran demora ninguna información que se refiera al cónsul señor Almonacid.”
Al día siguiente, el mismo diario publica la noticia:
Se halla en Bruselas el cónsul Argentino en Boulgone-Sur-Mer
En la Cancillería se recibió ayer por la tarde un despacho de la embajada en Paris informando que el cónsul argentino en Boulogne-Sur-Mer, señor Vicente Almandos Almonacid, de quien no se tenían noticias desde el 27 de mayo último, se halla sin novedad alguna en Bruselas.”
La invasión nazi a Francia produjo su regreso al país en Octubre de 1941, siendo designado por la cancillería en el Consulado de Concepción, Chile, donde permaneció hasta 1945.
 En sus últimos años se dedicó al yatching, obteniendo distintos premios en regatas de veleros, patrocinadas por el “Yatch Club Argentino”.

El 15 de Octubre de 1950, el “Circulo de Aeronáutica” lo declaró miembro honorario a perpetuidad. Fue socio del Jockey Club y Presidente de la Unión de Ex Combatientes Franceses. Aerolíneas Argentinas lo distinguió colocando su retrato en el Salón de Acuerdos de la sede, y el Comodoro Juan José Güiraldes, como Presidente de dicha entidad, dispuso bautizar un avión Douglas D.C.4 con su nombre. En la Rioja, el 17 de Noviembre de 1956, se erigió un monolito en su memoria, frente al Aeropuerto. Por ley 18.559, el 21 de Enero de 1970, se le otorgó el título de “Precursor de la Aeronáutica Argentina”, y en la misma ley se lo designó “Benemérito de la Aeronáutica”.
El 24 de Agosto de 1972, el poder ejecutivo designo al Aeropuerto de La Rioja “Capitán Vicente Almandos Almonacid”. El 19 de Noviembre de 1982, por ordenanza 38.425 se designó Capitán Aviador Almandos Almonacid a una plazoleta de Saavedra en la ciudad de Buenos Aires.
La admiración de su intrepidez, de su audacia, de su valentía y de su profesionalidad en su actuación en acciones de guerra y en toda su trayectoria hizo que sus compatriotas, sus compañeros de armas, sus adversarios en la guerra, sus biógrafos y sus apologistas lo llamaran con diversas expresiones. Así lo designaron: “ El Cóndor Riojano”, “El rastreador de estrellas”, “El Embajador de la Gloria”,” El Señor del Aire”, “El Centinela de los Andes”, “El Señor de la noche en el Espacio”, y por fin durante la guerra sus compañeros de armas y sus adversarios lo denominaron “ El Buitre de la Sierra”.
Con acierto, el Profesor José Antonio Casas, en su trabajo “El Legendario Cóndor Riojano” expresa: “En cuanto a Almonacid, el paso del tiempo fue jugándole una mala pasada, puesto salvo contadas acciones, su legado se fue perdiendo progresivamente con el trascurrir de las últimas décadas, hasta el punto de que hoy, gran parte de sus compatriotas, desconoce lo que fue una vida que, para muchos de quienes algo saben de ella, no dudan en calificarla como “de película””.
El 9 de Mayo de 1920 se casó con la distinguida dama Dolores Güiraldes, y tuvo por hijos a Vicente, piloto como su padre, fallecido en Bahía Blanca al estrellarse con su avión el 13 de Enero de 1977, a Esmeralda Almandos Almonacid de Carballido, a María Almados Almonacid de Ezcurra Rozas, y a Ricardo. Los cuatro le dieron numerosos nietos.
El 16 de Noviembre de 1953 falleció el ilustre, intrépido y lucido capitán Vicente Almandos Almonacid, sus restos fueron velados en la Unión de Ex Combatientes Franceses que el presidiera, y sus restos descansan en el Cementerio de Olivos.

Epilogo

Mi hermano Iván Allende Iriarte cultivó la amistad e inclusive fue socio un corto tiempo de Ricardo Almandos Almonacid, hijo de nuestro personaje. Tuve ocasión de tratarlo sin haber tenido una relación de amistad como la tuvo mi hermano. Ricardo era un verdadero paisano y orgulloso de la impronta criolla que su señora madre como Güiraldes le diera. Con lo poco que lo trate lo puedo definir como un seductor, soñador y don Juan, afable, prodigo y simpático, pero sin lugar a duda, sin los atributos geniales de su padre. El me inició en el conocimiento de la figura de su progenitor, contándome su vida novelesca. Transcurrieron más de quince años de mi último encuentro con el en Chascomús, en el campo de mi hermano, y hace un par de años me enteré con pena de su fallecimiento.
En mi último viaje a París, hace menos de un año, como siempre que visito esa ciudad, me instale con emoción en el Arco de Triunfo, icono emblemático de la ciudad luz y de la Francia. En un lugar destacado, en su parte superior, estaba inscripto el nombre nuestro “Rastreador de Estrellas”. Me sentí vivamente impresionado y recordé las anécdotas que su hijo me hiciera quince años atrás. Me comprometí a investigar sobre su figura y así nació este trabajo que hoy humildemente doy a luz.
Quiero expresar mi agradecimiento al Comandante Mayor  Aviador Salvador Roberto Martínez, Presidente del Instituto Nacional  Newberiano y muy especialmente al Director de estudios Históricos de la  Fuerza Aérea Comodoro Oscar Aranda Durañona, quien me facilitara los archivos del Capitán Vicente Almandos Almonacid, que obran en la dirección a su cargo.



El autor del presente trabajo
Alberto Allende Iriarte, escribano, posteriormente completó sus estudios de Derecho y se doctoró en Derecho Notarial. Fue miembro de la Comisión Directiva del Colegio de Escribanos y del Consejo Federal del Notariado Argentino, profesor Universitario en la UBA y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación, Colaborador de los diarios La Prensa, la Nación, Ámbito Financiero y La Capital, y en los diarios jurídicos El Derecho y La Ley. Es Académico de Número de la Academia Argentina de la Historia, miembro de número del Instituto de Historia Militar, Presidente del Instituto O’higginiano, del Instituto Sarmiento, del Instituto Urquiza y de otras Instituciones Históricas. Ha participado de Congresos Internacionales de derecho e historia y dictado conferencias en Ecuador, Colombia, Perú y el Uruguay. Ha sido Presidente en tres ocasiones del Partido Demócrata de C.A.B.A.  y de su Honorable Convención. En el año 2000 fue electo Diputado de la Nación. Miembro de Honor del Colegio de Notarios de Lima, del Colegio de Guayaquil, del Colegio de Quito, Ecuador. Gran Oficial de la Orden al Mérito del Ecuador. Pluma Académica de la Escuela Superior de Guerra 1994. Primer premio Colegio de Escribanos 1994. Orden Espíritu Granadero Gran Oficial Legionario y Gran Cruz de la Orden del Grupo 1 de Artillería. Es autor de siete libros sobre Derecho, Historia y Política y numerosos artículos.

Bibliografía empleada

José Antonio Casas, El legendario Cóndor  Riojano.
Instituto de Historia Aeronáutica Jorge Newbery, Vicente Almandos Almonacid, fundador de la aviación comercial argentina
Reynaldo Pastor, Proyecto de ley en 1948 de incorporación como capitán de Aeronáutica Militar
Dirección de Estudios Históricos de la Fuerza Aérea, Biografía del Capitán Vicente Almandos Almonacid
Josué Quesada, Entrevista a Vicente Almandos Almonacid, 1946, en Diálogos de sobremesa
Diario La Nación, ejemplares del 7 y 8 de mayo de 1940
Edgardo Gordillo, El largo vuelo hacia el olvido, en revista Encuentro.
José Tomas Oneto, El Cóndor Riojano, en La voz del Interior.
Manuel Gregorio Mercado, Capitán Vicente Almandos Almonacid, en el diario El Independiente
Antonio M. Biedma, Vicente Almandos Almonacid, Secretaría de Aeronáutica.
Julio A. Costa, Proyecto de ley nº 10.989, promulgada el 31 de diciembre de 1919.
Segundo Waidatt, El Cóndor Riojano, en revista Volando.
Joaquín Neira, Vicente Almandos Almonacid
Roberto Salvador Martínez, Aquellos precursores.
Joaquín V. González, Obras Completas
Vicente Almandos Almonacid, Reflejos del sable de San Martín
Julio Víctor Lironi, Vicente Almandos Almonacid.