El caserío (baserri o basarri) es la casa rural del país vasco. Se considera caserío a la unidad de explotación agrícolo-ganadera con la vivienda. Como unidad de población dispersa, se halla más o menos lejano de los núcleos urbanos (kale). "Baserritar" es el casero, mientras que "kaletar", es el hombre de la ciudad.
La ?borda? es de menos categoría que el caserío y muchas veces es una simple dependencia del caserío o de las casas urbanas y no se habita, aunque sí en siglos anteriores. La borda como dependencia, radica en el monte lo mismo que la cabaña y la choza, todavía de menos categoría.
El corral es de localización urbana y contigua a las casas ya que el caserío suele añadir a la construcción principal anexos especiales para tales fines. Caro Baroja sintetiza su función agraria: establos para las vacas, pocilgas para los cerdos, lugar para las gallinas y otros animales domésticos, espacios para depositar y reparar los aperos de labranza, prensas para hacer sidra, graneros y almacenes para la cosecha en general (maíz, alubias, nabo o remolacha, trigo, lino, habas, etc.) El animal de tiro empleado es el buey.
La extensión de tierras cultivadas en los caseríos de la vertiente cantábrica es de cuatro a seis hectáreas y mayor en Zuberoa, Araba y centro de Nafarroa.
Los habitantes típicos del caserío son una persona mayor, viuda o viudo del antiguo dueño, la "amama" o el "aitona", un "mutilzarra" (muchacho viejo o solterón), la pareja de los actuales caseros y sus hijos. Cada uno de ellos colabora en el trabajo familiar, de acuerdo a lo que su edad le permite hacer. Por las características propias del caserío, existe la limitación del espacio físico, para que este sea rentable. Esto obligó a que el caserío sólo pudiese ser transmitido en herencia a uno solo de los descendientes. Este podía ser elegido y no estaban excluídas las mujeres en dicha elección.
El ?basetxe?, nombre en euskera que se le da al caserío, en cuanto construcción material, en un principio fue de madera y posteriormente fue haciéndose de materiales más durables, con piedra en la parte inferior y madera en el primer piso. Más tarde, la madera se reemplazó con un entramado relleno con mampostería o ladrillos. Finalmente fueron enteramente de piedra.
Este tipo de explotación, muy difundido en el territorio vasco, no se encuentra en otras regiones de España.
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